El regidor de Morena en el Ayuntamiento de Irapuato, Luis Carlos Manzano Guerrero, perdió tres veces “en un solo ratito” y nadie lo ha consolado, pues el partido le dio la espalda.
El expriista y exmilitante del PVEM, estuvo a punto de quedarse como “el perro de las cuatro tortas”, pero se avivó y no soltó la regiduría, aunque estuvo a punto de.
Para el proceso interno de selección de candidatos de la Cuarta Transformación, Luis Carlos Manzano se apuntó a dos cargos: a la alcaldía y a una diputación federal.
En ambas postulaciones, el partido no tomó en cuenta al regidor Luis Carlos Manzano, pues no figuraba en la encuesta que se realizó para poder lanzarlo.
Buscó arropo en algunos líderes, pero el respaldo fue nulo, ante su falta de trabajo desde el Ayuntamiento, pues sus críticas no pasaban de posicionamientos banales.
Recibió también críticas, pues, pese a presumir que tenía miles de adeptos, para los mítines, por ejemplo, del exsecretario de Gobernación, Adán Augusto, cuando buscó la candidatura a la presidencia de la república, no arrimaba a una sola persona.
Y en el tema económico ni se diga, no cooperó ni para las aguas; solo simulaba meterse las manos a la bolsa del pantalón caqui abultado que regularmente usa.
Finalmente, Manzano vio una luz en el camino, pues su amigo, Pepe Aguirre Gallardo, candidato a diputado federal por el 15 distrito le tendió la mano al momento de registrarse, para que fuera su suplente.
El regidor hizo campaña también con el expriista y quien perdió la contienda a la alcaldía en el proceso electoral pasado.
Sin embargo, el pasado 28 de marzo, cuando hubo la pedidera de licencias en el Ayuntamiento de Irapuato, el regidor desistió y no la solicitó, pues ya tenía una corazonada.
Al final de cuentas, siempre no se había concretado su registro como suplente en la fórmula de Pepe Aguirre.
El partido, determinó poner las suplencias de los 300 distritos electorales de todo el país.
Contra viento, marea y Morena, el regidor sigue defendiéndose y recordando que, estuvo a punto de quedarse como el perro de las cuatro tortas, pero un revire que tuvo, le permitió no dar un mal paso y no abandonó la regiduría. ¡Bien por eso!
¡Caaaaaambio y fuera!